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viernes, 21 de diciembre de 2007

Los métodos patoteros de la nueva gestión de cultura

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Los procedimientos con los que el nuevo equipo de cultura de la ciudad de Buenos Aires literalmente "se deshizo" del festival internacional de teatro de Buenos Aires nos provocan consternación y estupor. Si bien es cierto que cualquier funcionario nuevo tiene el derecho de renovar políticas culturales o de ponerles un acento diferente, la manera de solicitarle la renuncia al equipo del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) parece obedecer a una inexplicable voluntad de hacer tábula rasa con una gestión que supo conjugar una gran afluencia de público sin hacer concesiones en materia de calidad artística.

El hecho de conminar a ese equipo a "abandonar la sede en 48 horas", más que un recambio, parece un castigo. Quienes lo padecen no son únicamente los directamente implicados, sino la sociedad cultural porteña en su conjunto. Otra vez, como en épocas a las que no queremos volver, un grupo de iluminados quiere comenzar de cero sin dar explicaciones a nadie. Lo que aquí consterna, insistimos, no es el recambio, sino la ausencia de traspaso, el gesto aniquilador por el que se hace desaparecer de un plumazo aquello que costó años construir y no era propiedad de pocos, sino de la comunidad en su conjunto.

Sólo queda interpretar que impericias de esta índole sean tropiezos aislados; de no ser así, podremos tristemente jactarnos, una vez más, de haber ingresado en el túnel del tiempo.